¿Qué hacer si mi hijo se droga?
Señales que pueden dar nuestros hijos.

Señales de la vida en familia

Aislamiento de la familia.
Falta de comunicación con la familia (siempre está afuera de casa).
Excusas para no estar en casa.
Amigos de aspecto extraño entrando de improviso y permaneciendo poco tiempo.
Llamadas telefónicas extrañas, pueden cortar sin contestar.
Peleas, constante ira.
Nunca vuelve a casa en horario.
Habitación desordenada.
Debe ser forzado a realizar tareas del hogar.
Aparición de artículos costosos en la habitación, los que no son mostrados o compartidos con la familia.
Registrar pérdida de dinero y de objetos de valor.
Mentiras acerca de adónde y con quien va.
Transgresión a las reglas del hogar.
Higiene física deficiente, vestimenta sucia, rota.
Rara vez come en casa.
Intentos de suicidio.
Malas notas escolares.
Desaparición por días.

Señales de la vida escolar

Poca concentración.
Baja motivación.
Repetición de años.
Intento de abandono escolar.
Vandalismo.
Meterse en peleas (siempre culpan al otro de tener la iniciativa).
Siempre llega tarde, se duerme en clases.
Enfermo por la mañana, se recupera al mediodía.

Algunos síntomas físicos

Cansancio letárgico.
Palidez marcada.
Hiperactividad.
No duerme el tiempo apropiado (insomnio)
Duerme mucho durante el día.
Se queja de malestares físicos (dolor de cabeza, estómago, vómitos, tos, dolor de pecho, muchos resfríos).
Delgadez (excesiva pérdida de peso sin crecimiento de estatura).
Mala alimentación, suele no comer en casa.
Ojos rojos, llorosos, el blanco de los ojos se torna amarillento.
No respeta la autoridad.

Si su hijo ya se ha iniciado en el consumo

Evite: Desesperarse. Convertirse en perseguidor obsesionado por seguir sus pasos. La crítica continua y violenta de sus comportamientos. Utilizar el castigo como único recurso para evitar que continúe consumiendo. Acosarlo continuamente con preguntas, sospechas, acusaciones, etc. Desentenderse de él no prestándole atención.

Si su hijo no está por dejar las drogas

Evite: Discutir violentamente con él, haciéndole cargar con sus desilusiones, impotencia y miedos. Verse usted como el bueno que todo lo ha dado por él y solo recibe disgustos en pago. Echarse usted la culpa, exclusivamente, por lo que ha ocurrido y angustiarse por ello. Ceder a los chantajes que su hijo pudiera hacerle a usted y a su familia mediante amenazas de lesionarse, de delinquir o con promesas de curación.

Procure: Buscar la ayuda de algún centro especializado donde puedan orientarlo. Aunque su hijo no esté aún dispuesto a tratarse, es mucho lo que la familia puede cambiar para llegar a ese objetivo. Intentar hablar con él con confianza y respeto. Reconocer y asumir que no consume drogas porque quiere. Las drogas pueden estar ya controlando su conducta. Aprovechar cuantas ocasiones favorables se presenten para que inicie un tratamiento. Establecer unos límites de convivencia familiar, dentro de los cuales su hijo recibirá siempre atención por parte de la familia. Mantener la calma ante el síndrome de abstinencia, sin aceptar chantajes.

Si su hijo ha decidido dejar las drogas

Evite: Reprochar anteriores comportamientos (drogas, delincuencia, determinadas amistades, etc.). Desentenderse del tratamiento que le sea prestado a su hijo. Que su hijo le imponga sus propias condiciones para someterse a tratamiento. Negociar permisos para que siga adelante con el tratamiento. Cada acto de debilidad hará más difícil el inicio del nuevo camino.

Procure: Acudir a un centro o a profesionales calificados que lo asesoren sobre el tratamiento mas adecuado para su caso particular. Colaborar con los profesionales encargados del tratamiento de su hijo, participando activamente del mismo. Adoptar una postura comprensiva, entendiendo que su hijo es el primer interesado en dejar las drogas. No desalentarse si, durante el tratamiento, el comportamiento de su hijo no se adapta exactamente a lo que usted esperaba de él.