Foto: Lee Jeffries – La misère en face à face

A días del brutal asesinato de Fernando Baez Sosa se van aclarando las aguas sobre lo sucedido esa noche en Villa Gessel.
Pelea dentro del boliche Le Brique, porque en un local atestado de jóvenes un amigo de Fernando tuvo la “mala suerte” de tropezar con uno de los diez rugbiers de Zárate. La seguridad saca a los rugbiers por la cocina y a Fernando y sus amigos por la puerta de adelante. Fernando, desprevenido, se va a tomar un helado. El grupo de rugbiers va a buscar al grupo con el que se habían enfrentado. A Fernando y a un amigo y los golpean con saña bestial, mientras otros logran zafar de la golpiza. Consumada la tarea, uno del grupo sentencia “A ver si volvés a pegar, negro de mierda”. El video que vimos todos los argentinos muestra a los jóvenes de Zárate retirándose de la escena con el pecho inflado para irse a dormir dormir en paz. Al otro día, la policía los ubica en el lugar donde estaban vacacionando y encuentra una zapatilla
con ostensibles marcas de sangre. Al preguntarle al grupo a quién pertenecían con angelical inocencia repitieron una típica maniobra de acoso personal que realizaban en su Zárate natal cuando eran acusados de alguna tropelía: “Fue Pablo Ventura”. En Zárate se sabe que “hay pica” entre remeros y rugbiers y estos creyeron divertido acusar a un pibe solidario y sin agresividad. Lo hicieron pasar por comisarías durante varios días en los cuales no levantaron su falso testimonio. Hasta aquí los hechos.
Después la investigación periodística agrega datos. En Zárate estos rugbiers eran conocidos por tener constantes peleas de boliche, con lo cual empieza a quedar en claro que toda una sociedad y los respectivos padres/cuidadores hicieron oídos sordos a las señales que se iban acumulando.
Todo sirve para aprender, este conmocionante hecho puede ser una oportunidad para reflexionar sobre algunos temas en debate en la sociedad:

1) La cultura del laissez faire termina en la cultura de la cadena perpetua:
Pasamos del valetodo al control estricto de la ingesta de alcohol en la vía pública, la saturación de personal policial en la salida de los boliches y en los diversos espacios donde la gente veranea. Todas medidas efectistas y espasmódicas.
Desde hacía un tiempo estos jóvenes rugbiers venían presentando en su Zárate natal conductas abusivas al punto de ser conocidos como los que se peleaban a la salida de los boliches consuetudinariamente. Los denominados trastornos de conducta refieren a la presencia recurrente de conductas distorsionadas, destructivas y de carácter negativo, además de transgresoras de las normas sociales, en el comportamiento del individuo.
Hoy día una persona con graves problemas de consumo, intentos suicidas, o (como en el caso de los rugbiers) comportamientos peligrosos para terceros tiene un largo camino para ser tratada terapéuticamente si no tiene voluntad para ello. La ley de salud mental promueve una actitud tremendamente conservadora de los jueces a la hora de decidir tratamientos sin consentimiento del paciente.
Algunos de los jóvenes implicados en la cruel golpiza tiene una causa menor por tenencia simple para consumo de marihuana, según informan los medios. Hace años a un joven que se lo encontraba en esta situación se le indicaba un tratamiento como probation, que si bien en algunos casos podía no ser aprovechado, en algunos esta medida operaba como alerta para la familia que podía ocuparse del tema y comprender qué problemática de fondo determinaba el consumo. En la actualidad, vamos camino a la legalización del cultivo y tráfico de marihuana como parte y paso de la legalización de otras drogas. Lo paradójico del caso es que, teniendo del otro lado del Plata una epidemia de consumo de cannabis en desarrollo, vamos a comprarnos un nuevo problema, pero así son las cosas. Por otra parte, la ley de salud mental empuja el cierre de Comunidades Terapéuticas y Clínicas Psiquiátricas, únicos lugares que hoy día brindan contención a las problemáticas psicológicas más graves.

Vamos a explicar este punto. Una persona que tiene su vida mínimamente organizada puede salir adelante con una terapia individual.
Si hay desregulación emocional, abuso de sustancias o trastornos de conducta se puede salir adelante con un hospital de medio día.
En caso de que los conflictos con la ley, el área laboral, académica o familiar sean más graves, un hospital de día entero.
En casos más graves, se puede atender a la persona en una Comunidad Terapéutica. Esta herramienta ayuda a personas que no pueden continuar en su ámbito vital por diversas razones y necesitan una contención mayor. Es eficaz con niños, niñas y adolescentes en situación de calle y en situación de conflicto con la ley penal. Sería un eficaz medio de contención alternativo a los institutos de menores y es una medida que se utiliza en algunos casos como alternativa al encierro carcelario.
En los momentos más agudos de las problemáticas, donde la persona es peligrosa para sí y para terceros, la internación psiquiátrica es una eficaz de tratar a la persona. En algunos casos, los hospitales psiquiátricos dan cobijo a pacientes que fueron irradiados de su hogar y si se cierran vamos a tener en nuestras ciudades calles enteras pobladas de personas en la indigencia y con severos trastornos como es la emblemática Skid Row en Los Ángeles, EE.UU.
En rigor los jóvenes de Zárate parece que no estaban al momento del crimen bajo efectos de sustancias, pese a que el conflicto se generó por un empujón que hizo que uno de ellos se volcara encima alcohol. No hace falta constatar el consumo en caso de estos jóvenes, hoy alojados en el penal de Dolores, simplemente con la confirmación de una conducta reiteradamente agresiva podrían haber sido tratados en cualquier hospital de día de rehabilitación de adicciones, que también son el contexto adecuado para tratar trastornos de conducta. Ninguno de los rugbiers sobrepasa el historial complejo con el que acuden muchos pacientes a hospital de día de muchas instituciones de rehabilitación, entre ellas la nuestra. Esto nos plantea otro ángulo del tema:
cuántas golpizas asesinas están evitando que sucedan la red de tratamientos de rehabilitación en todo el territorio de nuestro país brindando un espacio de construcción de subjetividad y relaciones positivas.

Muchos comunicadores hacen del “descontrol” un perfil personal. Sin embargo, una vez consumado el hecho la respuesta que tiene la sociedad es la cárcel, que no está diseñada para la recuperación del preso. Siempre será mejor prevenir que lamentar: en los hospitales de día muchos jóvenes pudieron encausar sus vidas en un sentido positivo. Que los medios de comunicación pudieran difundir estas historias inspiradoras sería de gran provecho para la sociedad.

2) La pulsión de muerte vs. La ciencia de la agresividad.
Hemos escuchado en estos días que algunos profesionales de la rama de la psicología hablan de una denominada “pulsión de muerte” como parte de la explicación de lo sucedido. Para ponerlo en criollo, las pulsiones serían como instintos, pero no tan fijos como en los animales.

Para entender esta acción grupal violenta tenemos que entender que la violencia viene de la realidad personal, familiar, grupal y social, en un orden de determinación donde lo social es el eslabón más determinante y el individuo el más multideterminado. Si no vamos a abonar explicaciones mágicas y nos vamos a centrar en las científicas tenemos que ver cómo se genera la agresividad en nuestro ser.
El cerebro en su conjunto organiza la actividad del ser humano, pero hay una zona ultraespecializada para ello: la corteza prefrontal. Los prefrontales ejercen la planificación, ejecución y control de lo que hacemos. En el cerebro medio se hallan los circuitos ligados a los “mecanismos de defensa”: ataque (ira), fuga (miedo), congelamiento y otros.

La educación, la formación de las habilidades emocionales permite que podamos controlar nuestras conductas. En contraposición, hay varios elementos que complican ese control.

El trauma psíquico es uno de estos elementos. El trauma dispara mecanismos de defensa en situaciones inapropiadas, tanto por el lado de la agresividad como por el lado del temor. La persona “se quemó con leche, ve una vaca y llora”. Se suele decir que alguien “no es dueño de sus actos”, lo cual no quiere decir que sea inimputable. El cerebro medio activa un ataque emocional, los prefrontales pierden su función reguladora.

Salir a la noche y “salir a descontrolar” se han vuelto sinónimos para una porción de la juventud. El alcohol y las drogas interfieren sobre la acción reguladora de los preferontales. Bajo efecto de sustancias las personas tienen reacciones que no realizarían en sobriedad. Vivimos en sociedad y el consumo de alcohol en exceso y drogas afecta a todo el entorno social. Lejos está de ser un “acto individual que no afecta a terceros”. Un detalle, al mismo tiempo de la fatal golpiza se había generado otra gresca a escasa distancia, lo que dificultó el accionar policial.
El cerebro humano genera la maravilla de la mente y esta es un producto social. Lo que ocurre en la sociedad, el grupo cercano, la familia va a moldear la mente a través de la actividad del individuo.

Estos jóvenes rugbiers que hoy están en el foco de la escena recibieron durante estos últimos años una andanada tóxica de mensajes de superioridad clasista, de odio al pobre, de desprecio al trabajador. Es la cultura de la “meritocracia”. Desde el famoso “le hicieron creer al empleado medio, que con su salario medio se podían comprar…”, pasando por el “hay que ser rubia por dentro y por fuera” hasta el retintín de “se embarazan para cobrar planes” la diatriba brutal se repite, no solo en nuestro país, sino en todo el mundo occidental se repiten los discursos de odio racial y xenofóbico.

No es raro entonces que rubricaran su crimen con el insulto de “negro de mierda”.

También está la moda de los “tinchos” que viene a empañar a un deporte tan noble como el rugby. Ser un “tincho” es tener un físico robusto, buena posición económica y por sobre todo sentirse superior a los demás.
Los mensajes sociales son de gran efectividad cuando encarnan en el grupo psicosocial de pares y moldean actitudes frente a la vida. Tal el caso de este grupo. Según se supo, alguno posteó en twitter que sin pelea no había “alta noche”.
El irracionalismo es también un gran aportante a este coctail explosivo. Fue famosa una carta escrita por un guardavidas que relata el descontrol que se vive en las playas y la falta de respeto que se observa hacia quienes cumplen una función de cuidado de todos.

3) Un enfoque positivo
Hay que promover un fuerte trabajo sobre los valores humanos. El sinsentido de la vida es un gran caldo de cultivo del abuso de sustancias, el consumismo y la violencia. Así como socialmente se superaron las burlas a la homosexualidad, a la obesidad o a la discapacidad mental, sería bueno que fuera condenado el trato liviano de temas relativos al consumo entre los comunicadores sociales, habida cuenta del drama que viven cada vez más familias argentinas.

Al mismo tiempo iniciar una fuerte intervención que apunte a difundir habilidades emocionales e interpersonales. La violencia viene de la mano del analfabetismo emocional y no se la combate con más violencia sino con educación y tratamientos adecuados. Es preciso que nuestra sociedad revierta su tendencia a bajar los niveles de alarma frente a las reacciones violentas y frente al consumo de sustancias en los distintos ámbitos.

Lic. Sergio Raúl Landini
Psicólogo
M.N. 16.996
Director del Programa Psicológico Asistencial
Valorarte Asociación Civil

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